Loughlin se había declarado culpable en mayo de un cargo de conspiración para cometer fraude electrónico y postal.
EFE
Los
Ángeles, EE.UU.- La actriz Lori Loughlin, conocida por la serie "Full
House" (1987-1995), salió este lunes de prisión tras cumplir dos meses de
condena entre rejas por su participación en una red de sobornos millonarios
para facilitar el ingreso de sus hijas en una prestigiosa universidad de
Estados Unidos.
Sally
Swartz, portavoz de la cárcel de Dublin (California, EE.UU.) en la que entró la
intérprete el pasado 30 de octubre, señaló en un comunicado recogido por medios
estadounidenses que "Loughlin ya no se encuentra bajo custodia" de
las autoridades federales.
El
pasado agosto, Loughlin fue condenada a dos meses de prisión, mientras que su
marido, el diseñador de moda Mossimo Giannulli, fue sentenciado a cinco meses
por el mismo escándalo.
Giannulli
continúa cumpliendo su condena en la cárcel de Lompoc (California, EE.UU.).
Loughlin
se había declarado culpable en mayo de un cargo de conspiración para cometer
fraude electrónico y postal, después de que ella y Giannulli negaran su
participación en el escándalo durante un año.
La
Fiscalía los acusó de conspirar para lavar dinero procedente de sobornos y
otros pagos a través de una organización benéfica dirigida por Rick Singer,
considerado el presunto autor intelectual del fraude, así como de transferir
dinero a EE.UU. para promover esa trama.
Según
los documentos judiciales, Loughlin y su marido aceptaron pagar sobornos de
500.000 dólares a cambio de que sus dos hijas fueran aceptadas en el equipo de
remo de la Universidad del Sur de California (USC), pese a que no practicaban
ese deporte, para así facilitar su admisión.
En
2019, el Departamento de Justicia de EE.UU. desveló una red de sobornos
millonarios de familias adineradas, entre las que figuran las de las actrices
Felicity Huffman y Lori Loughlin, para facilitar el acceso de sus hijos a
prestigiosas universidades como Yale, Georgetown o Stanford.
La
Fiscalía de un tribunal en Boston (Massachusetts, EE.UU.) acusó entonces a unas
50 personas, entre las que se encontraban entrenadores deportivos, de organizar
una trama para falsificar y engañar en los exámenes de ingreso a varias
universidades, en la que llegaron a pagarse 25 millones de dólares en sobornos.
Otros
padres pagaron para presentar exámenes falseados de sus hijos y obtener así
calificaciones más altas con el objetivo de ingresar en estos centros
educativos que figuran entre los más prestigiosos del país.
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