Por: Sonia Calderón.
Desde la Fundación de la
República Dominicana, la provincia de San Cristóbal ha tenido un papel preponderante
en el accionar político nacional. Cuna
de la Constitución, tierra de Cabral y Luna, Mauricio Báez, entre otros.
Vivió su esplendor en la época de
la Dictadura de Rafael Leónidas Trujillo,
desde entonces en cada cambio de gobierno contábamos con personas de influencia
palaciega que malos o buenos encarnaban un liderazgo en el municipio; en este
tenor podemos destacar las influencias de José Osvaldo Leger, Julio Cesar Domínguez,
Luisín Puello, María Antonieta Bello, en el gobierno del extinto líder Joaquín
Balaguer.
En el gobierno del PRD, era conocida el nivel de influencia de Miriam y Nelson
de la Rosa, Apolinar Nova, Aníbal
García Duvergé, el fallecido Aníbal Santana (Anibin), y ni hablar de los gobiernos del PLD,
encabezado por la familia Montás, Dr. Orlando Espinosa, todos ellos obstentaron
posiciones legislativas y administrativas de importancia y gozaban del acceso a
los presidentes de turno, en buen dominicano sus respectivas militancias,
tenían dolientes y a quien gritarles.
De repente todo ha cambiado, Luis Abinader
llega al Palacio y San Cristóbal queda olvidado, no aparecen los decretos,
salvo el nombramiento de Rafael Salazar, los demás dirigentes tienen la presión
de la militancia que demandan que se le tome en cuenta y no tienen respuesta.
Dirigentes icónicos como el Dr.
Enrique González, Antonio Rosario, Apolinar Nova, Salvador Lorenzo Medina,
Miledys Cuevas, están con el grito al cielo pues no han podido colocar uno de
sus dirigentes en ninguna parte, además no tienen acceso al Presidente, en el
Municipio el PRM está en Ascuas, pues aunque no se ven las llamas, por debajo
el fuego está ardiendo y todo apunta a que está a punto de explotar.
En un simple recorrido por el centro del municipio, por doquier se escuchan, los rumores,
comentarios y gestos de protestas, parece que a nuestro excelentísimo señor
Presidente Luis Abinader, olvido la
máxima que dice que el líder que a tiempo no escucha los rumores, pronto tendrá
que escuchar los gritos.
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