Por Jesús Antonio Fernández Olmedo
Los
Estados han favorecido a la gran industria con exenciones de impuestos, con el
pago de las cotizaciones sociales desde el presupuesto público para dejar
intactas las grandes fortunas, con subsidios millonarios a los más ricos, con
facilidades de despido y de incremento de la explotación contra la clase
trabajadora, etc. El gran capital roba al presupuesto público: acelera la
concentración del dinero mientras las mayorías padecen sufrimiento, privación
de libertad, ansiedad, precariedad, hambre y muerte. En muchos lugares no hay
respeto por el dolor de las familias.
Hay lugares del mundo donde el sistema
despliega su cinismo mas crudo, como en Estados Unidos, donde los sin techo que
duermen en el suelo se les ha pintado unas líneas para que “respeten la
distancia de seguridad”, algo increíble. Vivimos en un sistema que ya no
existe, aunque todavía la gente cree que, si y por otro lado no tiene nada que
aportar, solo tecnología.
Hace
tiempo ya que los sindicatos, de todo el mundo, no representan para nada a la
clase trabajadora. Son hoy los trabajadores si se dan cuenta de este
Coronacolapso que los medios de producción tienen que estar en sus manos y no
en las de multimillonarios solo con ganas de mas poder y dinero. La salud, la
educación, la vivienda, la cultura, la armonía con la naturaleza, serían
derechos universales efectivos, y no fuentes de lucro para un puñado, no
privilegios como lo son en la práctica para unos pocos.
Están
aprovechando la pandemia para introducirnos la robótica vendiéndola como útil
que evidentemente creará una sangría de puestos de trabajo y de des
humanización. Los estados podrían haber estatizado las fábricas para producir
respiradores y el sector privado de la salud y se hubiera evitado que miles de
personas murieran en sus casas. Pero no lo han hecho. Vemos como los estados no
han cumplido con su cometido de ninguna forma. Se nos toma por descerebrados.
Los magnates han aprovechado la coyuntura para despedir a miles de trabajadores
cargando al estado las compensaciones de los mismos y los medios los presentan
como “filántropos”.
Tenemos
que crear una nueva “normalidad” fuera de todo este mundo cínico, somos
nosotros los únicos que podemos comenzar a cambiar las cosas, de nosotros
depende el hecho de no colaborar con este orden de cosas. Esto comienza por
supuesto con llevar una vida austera, no comprar cosas no esenciales y
paralelamente tender la mano a nuestro vecino, crear redes de amigos donde
podamos apoyarnos para crear un sistema sanitario para todos al igual que
trabajo y educación.
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