Todos los cines de Estados Unidos están cerrados por el coronavirus.
¿Todos? ¡No! Unos pocos resisten todavía y siempre a los efectos de la pandemia: los autocines, las únicas pantallas grandes que funcionan estos días envueltas en la nostalgia y gracias al refugio de los autos.
Los “drive-in” parecían ya una opción solo para ocasiones especiales, un recuerdo de otra época con escasas posibilidades de competir con las salas de sillones acolchados y todo tipo de comodidades.
Pero tal vez con el coronavirus, los autocines hayan encontrado un nuevo momento para brillar, ya que ofrecen distanciamiento social, mínimo contacto personal, se basan en el auto como entorno seguro, y, sobre todo, hacen posible un lujo durante la pandemia: volver a disfrutar del cine en la gran pantalla.
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