El conocido presentador de noticias de televisión,
Roberto Cavada, fue protagonista en esta semana en la República Dominicana de
intercambios de opiniones, preguntas y
acusaciones, algunos de ellos groseros e insultantes con seguidores
de varias redes sociales, que ha
sido objeto de críticas.
El cruce de sables en Twitter e Instagram se debió a un
viaje de ida y vuelta a China en un avión de la empresa Helidosa, propiedad del
candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Gonzalo
Castillo, para cubrir el operativo de búsqueda de medicamentos e insumos
médicos para combatir el coronavirus.
En un reportaje realizado
por el canal de You Tube “Chalas TV”,
y publicado también en el portal Montecristinew.com, se da cuenta que todo comenzó el 17 de abril
de este 2020, cuando en su cuenta de Twitter, el también reconocido y polémico
periodista Marino Zapete dice: “ La gran pregunta: Cavada irá a cuarentena
cuando regrese de china?”.
Ese cuestionamiento desató el intercambio. Que se inició
con el comentario de una de sus seguidoras llamada Angi: que dice: “Cavada en cuarentena feliz con el
dinero que le robó al pueblo”, a lo que el comunicador responde: “y mujerzuelas como tú”.
Otro, identificado como Mauricio Minaya dice: “Que se
quede allá”,a lo que el presentador de televisión le contestó: “pero tienes que mandarme a tu mamá…sólo será
muy aburrido”. También, Joseph R. García dice:
“Cavada dime y entonces!!! Me tiene jarta con su doble moral !!!”, y
Cavada contesta: “Bebé …póngase aparatos
en los dientes. Bocona”.
Otra identificada como Alondra, escribe: “fue a China en un jet privado, la cuarentena
la pasará en el Palacio”, a lo que Cavada le respondió: “entre tus piernas”.
La Polémica también se produjo en Instagram, cuando un
seguidor identificado como francis_pena
02 publicó: “¿Por qué venderse al mejor
postor cuanto tienes una carrera profesional y credibilidad intachable?”, a lo que el comunicador respondió: “y tú eres un imbécil más que hablas sin
saber. Repites porque tienes dos neuronas en la cabeza, pero es así. Ya
pasará”.
Sobre el particular, cabe preguntarse por qué se producen estas agresiones verbales en la web y en medios de comunicación, muchas veces entre personas civilizadas y
hasta entre intelectuales y literatos.
Como hemos escrito en artículos anteriores, el insulto
tiene múltiples conceptualizaciones y facetas y el insultador y el insultado, varias categorías.
El insulto es una categoría del lenguaje y la escritura
que procura comunicar en pocas palabras con un alto contenido emocional y
exceso de la razón, con la intención de intentar sacar del combate o herir profundamente
al insultado.
También es la forma de agresividad que tienen muchas
personas de expresar y escribir sin filtros lo que sienten y piensan, y alcanza su mayor expresión en las redes
sociales, principalmente Twitter, que de todas, es actualmente la perfecta para
encender la hoguera de la discordia.
Igual, se utiliza para intentar
ofender, humillar, menospreciar, descalificar y degradar a un adversario, y se
abre paso y se afianza cada día, a tal grado que poco a poco está siendo
aceptado en la sociedad por su uso frecuente y la falta de consecuencias
jurídicas.
Cuando se insulta, ya sea por motivos
político, racial, religioso, sexo o condición social, muchos se llenan de
satisfacción al descargar toda su ira contra personas que a veces no conocen o
no la han tratado, y sienten mucho más placer, cuando otros iguales le siguen
la corriente.
Hay quienes entienden que al insulto
hay que responderle rápidamente, porque sino se convierte en resentimiento
y odio. Entonces, cuando se
responde unas veces con delicadeza y
otras como mayor agresividad, se produce un insulto al insultador.
Pero soy de lo que cree que es mejor
guardar silencio, por ser más importe
que las palabras, ya que es democrático, respetuoso, tolerante, nos consuela, nos redime, nos permite
escuchar otras opiniones y hace que nos
encontremos con nosotros mismos.
También, somete a las palabras, como lo
hace la luz a la noche. Nos da paz en medio de la tormenta y, para muchos, les permite tener una conversación
con Dios.
Igual, nos evita confrontaciones y que
ganemos nuevos enemigos. Le amarga la vida a los envidiosos, beligerantes, patarucos, arribistas,
mentecatus, iracundos, egocéntricos, gañanes, tontos, zoquetes, divisionistas,
intolerantes, farsantes, desequilibrados y malandrines, porque nos pone en resguardo de los
perversos. Si aprendemos a guardar el
silencio, el nos reguardará a nosotros.
En cuanto al insultador, personalmente
lo clasificamos en a) el insultador casual;
b) el insultador incapaz; c) el
insultador compulsivo y patológico; d)
el insultador odiador; e) el insultador
intelectual, y f) el insultador literario, a quienes en este trabajo no
definiremos porque se nos haría muy largo.
Igualmente, diremos que la lexicología
del insultador es bien amplia y variada, y mientras más mentecato se es, o más
fama se quiera ganar, más grosero es su lenguaje.
En el caso que nos ocupa, hubiese
preferido el silencio frente a los insultadores, en lugar de responder como una forma de desahogo, pero no
lo juzgo, porque cada ser humano, por muy pacífico y pensante que sea, en algún
momento de su vida, pierde el sano juicio, y para sentirse feliz necesita
descargar sus emociones, aunque estén carentes de corduras.
Post data: El autor es periodista
y abogado.
0 comentarios :