Lanzador derecho de bola rápida y jugador de los jardines, Solano descolló como beisbolista aficionado en la década del 50, al final de la cual fue firmado para el profesionalismo, en el que tuvo corta y pobre actuación.

Nacido en 1932, fue siempre pichert estelar matutino del equipo local que competía en torneos y en intercambios y en las tardes era jardinero y cuarto bate. Sus extraordinarias condiciones físicas (corpulento y de buen tamaño) y las habilidades en el terreno motivaron que fuera llevado al equipo de la Fuerza Aérea Dominicana y más tarde firmado por los Leones del Escogido.

Pero como profesional no tuvo las luces de la época de amateur y registró corta actuación tanto en el béisbol de Estados Unidos como aquí en la temporada de invierno.

A poco de ser firmado como profesional, visitó el país, en 1957, el equipo Estrellas de Willie Mays, una selección de jugadores del béisbol norteamericano. Se enfrentó a un seleccionado dominicano del cual formó parte Solano, quien lanzó algunas entradas. En un turno al bate, la super estrella Mays fue ponchado por Solano.

Pero en un turno posterior, Mays conectó un batazo bestial contra el lanzador dominicano Miguel Amparo y sacó la pelota del estadio Quisqueya.

A su retiro del profesionalismo, Solano fue manager del equipo local de béisbol Futuras Estrellas y jugador estrella de softbol en el play de La Barranca, donde brilló como jonronero kilométrico. Hace tres años fue de los primeros exaltados al Pabellón de la Inmortalidad Deportiva de San Cristóbal.

Durante mucho tiempo fue uno de los hombres más conocidos en el antiguo poblado de San Cristóbal, donde sobresalía no solo por su historia de beisbolista sino también por su figura física, variedad en el vestir, dotes de bailador y miembro activo de la bohemia que bebía tragos.

En las últimas tres décadas compartía el tiempo entre Nueva York y San Cristóbal.

Entre sus hermanos sobrevivientes están Carlos Solano (Viejo), quien también fue pelotero amateur y Oliva Solano.