La artritis gotosa, comúnmente
conocida como gota, es una enfermedad que provoca deformidades en las
articulaciones, principalmente de manos y pies, y es una de las artritis
inflamatorias más comunes.
Emelinda Tejada, reumatóloga e
internista de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias
Médicas y Telemedicina (Cedimat), dice que la artritis gotosa es una enfermedad
causada por el aumento persistente del ácido úrico en sangre, el cual cuando
está en valores superiores a siete miligramos por decilitro (mg/dl) se
precipita en forma de cristales de urato monosódico en las articulaciones y los
tejidos periféricos, produciendo inflamación y dolor que, si no se controla a
tiempo, produce deformidad y limitación de la movilidad articular de manera
permanente, disminuyendo la calidad de vida del paciente y reduciendo su
capacidad laboral.
Sin embargo, Tejada aclara que no
todos los pacientes con ácido úrico elevado tienen artritis gotosa, pues debe
existir aumento del ácido úrico de manera sostenida que favorezca el depósito
en forma de cristales en los tejidos (articulaciones, riñones) provocando
inflamación.
Estadísticas
La especialista explica que esta
enfermedad afecta al 1 o 2 % de los adultos y es la artritis más común en
hombres, pero también puede afectar a mujeres menopáusicas. La prevalencia
aumenta conforme a la edad.
Sostiene que esta enfermedad puede
afectar múltiples órganos y ser un factor de riesgo para desarrollar cálculos
renales, hipertensión arterial, disfunción eréctil y producir insuficiencia
renal, entre otros.
Las causas
Sobre la causa de la hiperuricemia
(aumento de ácido úrico en sangre) más frecuente, 90% de los casos se debe a
una disminución en la eliminación de este a nivel renal, como sucede en los
pacientes con insuficiencia renal crónica, también un exceso en la producción
de ácido úrico, provocado por las dietas ricas en alcohol, proteínas de origen
animal y azúcares o asociado a enfermedades genéticas, algunos medicamentos
como los diuréticos, entre otros.
La especialista explica que el
ataque agudo de gota suele presentarse de forma brusca, a medianoche o temprano
en la mañana. El dolor es intenso, acompañado de calor, inflamación y
limitación funcional de la articulación.
Es característico que la piel se
torne enrojecida por la inflamación y puede ir acompañado de malestar general y
fiebre.
Indica que puede afectar una o
varias articulaciones, aunque lo más característico es que en la etapa aguda
afecte una articulación, la más afectada es la metatarsofalángica, que es la
articulación que une el dedo gordo al resto del pie y se le llama “podagra”.
Sintomatología
Por lo general, los síntomas duran
de siete a diez días, pero con el paso del tiempo, se hacen cada vez más
frecuentes y afectan más articulaciones, hasta que el dolor se torna crónico,
persistente y muy intenso, produciendo deformidad y la presencia de “tofos” que
son depósitos acumulados en los tejidos de urato monosódico que alcanzan un
tamaño suficiente como para percibirse como nódulos de diferentes tamaños.
Explica que estos nódulos son
habitualmente duros, que se localizan en las proximidades de las articulaciones
y continúan creciendo mientras se mantiene el ácido úrico elevado, produciendo
cada vez más daño en la articulación hasta que esta pierde su función
secundaria a la destrucción que el proceso inflamatorio produce.
Es común que el paciente presente
estos síntomas al día siguiente de una ingesta elevadas de carnes, alcohol o
mariscos.
La especialista dice que el
diagnóstico se realiza al tener un paciente con inflamación o deformidad
articular, con historia de ácido úrico elevado y se confirma con la
identificación de cristales de urato monosódico obtenido de la muestra del
líquido articular o de un tofo. El líquido suele estar turbio, de color
blanquecino.
Tejada sostiene que ante signos y
síntomas de alarma, es elemental visitar un reumatólogo para descartar la
enfermedad de manera temprana y evitar las enfermedades asociadas a la gota y
la incapacidad laboral que podría producir a largo plazo.
Tratamiento multisectorial
El tratamiento se basa en la
reducción del ácido úrico. Debe incluir medidas no farmacológicas, como reducir
la obesidad, limitar el consumo de alcohol, reducción de las comidas ricas en
purinas (carnes, vísceras y mariscos), la fructosa también aumenta los niveles
de ácido úrico (bebidas, helados), mientras que dietas altas en fibras,
vitamina C y folatos (por ejemplo, frutas y vegetales) podrían ser protectores.
También se utiliza tratamiento
farmacológico, que se basa en medicamentos que disminuyen la producción de
ácido úrico y otros que aumentan la excreción renal de ácido úrico, controlar
la inflamación y prevenir los ataques agudos de gota.
El tratamiento adecuado dependerá
de la condición particular de cada paciente. Es importante resaltar que esta
enfermedad se puede prevenir, teniendo un estilo de vida saludable y
asistiendo, de manera temprana, a la consulta.
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